Cuando escuchaba las canciones que Tony nos ofreció,
otra y otra vez escuché alguna referencia a los ojos. Obviamente estaban obsesionados con los ojos,
y, bueno, ¿quién les culpa?
Ojos tristes: “tienen
tus ojos un raro encanto…” y Peregrina: “peregrina
de ojos claros y divinos…” son los dos ejemplos que se me ocurren en este
momento pero les aseguro que hay más y más.
Había escuchado la palabra “trovador” antes, hace unos
años, cuando unos amigos me dijeron que iban a algún evento, de algún músico cuyo
nombre se me escapa en este momento, y no sé cuándo se me regresará. El chiste es que cuando me dijeron esto, me
dijeron que era un trovador, y cuando me explicaron qué era eso, la idea que
quedó conmigo era de un hombre, sentado en un banco, solito, con su
guitarra. Mucho que ver con la imagen
abajo, mas en un escenario en vez de afuera de una ventana que sirve para encerrar a la mujer:
Trovador / Serenata, Yucatán, 1930s (deYMR)
Y por eso, la idea que yo tenía era de un escenario,
de las cortinas rojitas que se suben al principio, como para revelar el
presente que se esconde adentro, un regalito que se presenta a través de los
sonidos que surgen de las cuerdas de la guitarra humilde, lista para dar homenaje
a tus ojos lindos.
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