Have you ever thought about what, perhaps, your particular defenses are? Perhaps your sarcasm hides your underlying feelings of inferiority, for example. Just an example, of course. I, for one, am a fan of sarcasm, but I know for a fact that my particular defenses are others.
“Cada compañero puede ser también un traidor.” –
Octavio Paz, otro hijo de la chingada
That sentiment,
that of underlying potential for betrayal, hiding in every smiling face, is
heavy.
That was my
inspiration for this one. Tal
vez no sea el arte mejor del mundo (bueno, de seguro no lo es) pero cuando me
chingué esa modelo (la cual también funciona como símbolo) y la puse en una
bolsa de plástico, me quedé momentito, con la bolsa llena en mi mano, para
pensar.
No sabía si la iba a tirar hacia el concreto, con toda
mi esfuerza, desquitándome de cada traición, o simplemente dejar que se cayera
de mi mano, dejar que se fuera volando en las alas de la gravedad hacia su
destrucción. Y así, de pie, afuera de mi
casa en mis pijamas y pantuflas, mirando del concreto a la bolsa y de regreso,
back and forth. If any of my neighbors happened to look out their
window, I am sure they were questioning my sanity; it was one of those moments,
de reflexión, uno de esos momentos que se convierte en “zen moment.”
Y me di cuenta.
La botella se iba a quebrar de las dos formas, si la
tirara o si la dejara caer. Entonces, ¿para
que esforzarme? Sometimes
there are simpler ways to accomplish what you need. Sometimes the rage is not necessary, sometimes
the anger just needs to be let go.
And I let it
fall. I have expected one of those movie
moments, you know, the ones in which everything kind of slows down as you watch
that symbolic bottle fall fall fall. It
almost did. For all of three feet. It didn’t last as long as I had hoped, but
hey, Newton will not be defied.
De nuevo, ahí me quedé de pie, mirando la bolsa
aplanada. En mi mano, tenía la forma de
la botella que estaba adentro. Ahí, en
el concreto, ya no. Adentro de sólo unos
segunditos se cambió para siempre. Ya nunca iba a ser igual. Gods, speaking of heavy
moments.
Cuando dejé de
mirarla, varios momentos después, recogí la bolsa, escuchando los soniditos de
los vidrios. ¿Ven? Ya no era botella,
sino sólo vidrios. Ya nunca iba a ser
igual. Más bien, ya nunca fue igual.
Me regresé pa’ dentro de la casa, cuidando la bolsita
de los vidrios porque sospechaba que en la caída, la bolsa se había
rasgado. Tampoco iba a ser igual. Me senté frente al escritorio mío, y cautelosamente
abrí la bolsa para sacar los pedacitos de vidrio.
Ya era tiempo de empezar a arreglar las piezas.
Con cada tira de la cinta, sentí que estaba cubriendo
alguna cicatriz mía. Duct tape fixes
everything.
Y después, los pedazos de vidrios. Encima de las “curitas” de duct tape. Todas las experiencias del pasado,
arregladitas en la forma de defensas. Lo
que hemos aprendido hasta el momento es lo que nos va a ayudar en el
futuro. Según.
And I poured out all my bitterness while I wrote Paz's words, over a strip of glittery tape. Sometimes you have to sugarcoat things, and silver glittery tape seemed the best way to do that, with the way that you could only see the words if you looked at it from a certain angle. You can only see my bitterness if you look at me in a certain angle. Usually an angle in which te tomas una botella conmigo.
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